Carta de la que alguna vez fue “La Otra”
Hace algunos años me enamoré. Me enamoré profundamente. Encontré en este mundo absurdo lo que pocos encuentran, encontré al amor verdadero, ese maravilloso hombre que tanto soñé, exactamente hecho a mi medida, como si el universo entero hubiese tomado pedido de mis continuas súplicas y de mis llantos furtivos y nocturnos. Era mi alma gemela, perfecto como el príncipe azul de un cuento de hadas. El día que lo conocí sentí un shock eléctrico recorriendo cada milímetro de mi ser entre cada célula, entre cada átomo. Insisto, él era perfecto, era mi sueño vuelto realidad. Ciertamente hay una frase que reza: “Ten cuidado con lo que deseas que se te puede hacer realidad ” y uniéndose a la misma otra que dice: “En el pedir está el dar”. Yo lo desee con toda mi alma, deseé conocer al amor de mi vida y entonces cometí ese pequeño pero majestuoso error; nunca especifiqué en qué circunstancias y en qué situación, entonces; el amor de mi vida es casado. Es por eso que ahora te escribo esta carta, a ti… la esposa. Esta es mi versión de la historia. Este fue mi cuento de hadas.
Me enamoré de él, muy a pesar de mi culpa. Intenté no hacerlo, él es tu familia pero fue inevitable. Romper tu matrimonio es algo que no estuvo planeado como una meta en mi vida, ojalá comprendieras que ya estaba fracturado y yo fui el detonante, no es que busque justificación al daño que te he hecho pero, si no fuese así; ¿Crees que él me hubiese buscado?
“Esposa” así como alguna vez supiste que yo estaba ahí, en medio de ustedes dos y sufriste, quiero que sepas que del mismo modo me rompió el corazón cuando regresó a tu lado. Siempre creíste, al igual que sus padres, al igual que todos los demás que el dinero era el principal motivo de mi relación con él, no siempre es así, yo si lo amé y al igual que tú, en su momento; creí en sus promesas. Ahora ya debes saber que para él es muy fácil romperlas.
He pasado noches eternas tratando de perdonarme el daño que causé, pero si hay algo que debo pagar lo he pagado ya.
No lo culpo pues no fui obligada pero del mismo modo no lo absuelvo. Fue un acto que ambos inducimos y creamos. Él es tan culpable como yo.
Ahora él ha regresado contigo. Aseguro que es ahí donde pertenece. Quisiera también asegurarte que te ama pero eso no puedo hacerlo, sin embargo; si ha regresado contigo entonces es porque algo vale la pena rescatar o quizá la costumbre sea esa zona de confort que da seguridad. Ahora; Esposa, estoy aquí escribiéndote esta carta porque ya superé su partida, ya superé el haberlo amado y sobre todo me he perdonado. Ni a tus hijos ni a ti les pido perdón porque esta situación sólo los hará más fuertes y los unirá aún más. No sé si con su padre, pero sí con su madre que eres tú y eres lo mejor que tienen. Sólo para finalizar, debes saber que mi amor por él fue sincero, nunca desee hacerles daño, no soy la mala persona que todos piensan, no soy la víctima pero tampoco el verdugo. Él también fue tan culpable como yo y si pudiera regresar el tiempo, entonces haría las cosas mejor y le diría a tu esposo: ” Ve con tu esposa, que es a donde perteneces. Procura remendar la situación que vives. Quizá entre ustedes dos, tú seas el único problema…”
Esposa, no siempre ser la otra significa que se es “zorra”, a veces significa que se es una víctima del desamor propio, tanto que, con el corazón roto, prefieres dejarlo ir a su hogar que es a tu lado…
P.D. Por ti “Maine”
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