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    lunes, 23 de noviembre de 2015

    Conoce la Historia de la Cueva del infiernillo en Marcahuasi






    La tradición cuenta que Ayak fue el último cacique de la tribu de los ichcanes y que llegó a entenderse con los mistis (españoles) recién llegados, para derrotar a la tribu antagónica de los yungas, ambas poblaban ancestralmente la pachaca de Tacaypampa. Al final se convenció que había sido utilizado por aquel grupo de conquistadores que los sometieron y les arrebataron entre tantos objetos valiosos el totem de oro macizo que era su dios y que llamaban Korillama (llama de oro). Se sublevó contra los blancos, pero fue derrotado y hecho prisionero, siendo conducido al mismo lugar que ellos utilizaban para castigar y ajusticiar a los yungas que caían en su poder después de las contiendas: una gruta de profundidad inconmensurable y allí fue arrojado.



    El paraje donde se encuentra esta cueva fue nominado desde entonces con el nombre de Ayak, lo que hoy es Ayaque, estancia tacabambina de artesanos textiles ancestrales que hasta hoy confeccionan sus mantos artísticos de algodón, los característicos “pañones” de azul y blanco con blondas de filamentos terminales amarrados con artísticas formas, que han adquirido fama nacional, por ser Tacabamba el único lugar donde se hacen y porque constituyen atuendo femenino de lujo en los principales concursos de marinera en Trujillo , Lima, etc.

    Posteriormente y hasta la fecha se conoce a la mencionada gruta con el nombre de Infiernillo, por algo seguramente, al parecer que allí pagan sus pecados eternamente las almas que han atentado contra el bien a través de los siglos. 

    Situada en la falda alta del cerro de Ayaque, al lado que da a la estancia de Las Tunas, está la mencionada cueva que siempre ha infundido temores por sus espantosas historias y cuentos de gentiles (personajes de la antigüedad). Su presencia muy disimulada por matorrales y pencas y su acceso vertical sumamente difícil y peligroso.

    Al noroeste de la cúspide del cerro Ayaque (lado de Las Tunas ) está El Infiernillo.
    Se sabe que fue utilizada por los bandoleros entre 1910 y 1930 como lugar de castigo, desaparición, escondite de los perseguidos y para evitar la requisa de armas hecha por los gendarmes enviados del gobierno.



    El 22 de junio de 1984 fue re descubierta por un grupo de jóvenes y colegiales que buscaban en ella algún tesoro, encontrando una hermosa gruta de estalactitas y estalagmitas que conduce a un ignoto y abismal precipicio de gran oscuridad.

    Se trata en realidad de una falla geológica, un espacio entre dos formaciones rocosas subterráneas, formando una caverna con cubierta calcárea que corresponde a la superficie exterior del cerro en la que sólo se abre un orificio de forma irregular de cuatro a cinco metros de diámetro, único tragaluz y posible entrada natural.

    El difícil descenso al piso de la cueva sólo es posible en forma vertical y usando cuerdas o sogas a una profundidad de quince metros. El espacio interior es amplio y alargado de norte a sur, su ancho varía de diez a veinte metros y su superficie irregular, de material blanco brillante con jaspes verdes, marrones y grises, sustancia de la que están hechos innumerables formaciones fantasmales que pueblan el recinto. 

    Las estalactitas son pendientes calcáreas de diferentes formas y tamaños a manera de conos invertidos que cuelgan de la bóveda cual cera que se cuaja en su descenso, a causa de que el agua de las lluvias que penetra en el suelo disuelve las sales calcáreas y penetra a la caverna acrecentando su dimensión hacia las puntas y su grosor en las bases superiores en el transcurrir de los siglos y milenios.

    Lo mismo sucede con las estalagmitas, pero en sentido inverso, pues las gotas de solución caliza que logran caer de las estalactitas van acumulándose en el piso de la caverna y aumentando su tamaño desde la base hacia la punta superior de la formación conífera.

    En algunos casos han llegado a unirse estalactitas con estalagmitas constituyendo columnas palaciegas de aparente mármol que responden con sonido metálico al solo toque del puño. Todo lo que pueden hacer a través del tiempo las pacientes lágrimas de las entrañas de la tierra.



    Al lado norte se ve una estrecha prolongación de la cueva que apunta a la superficie inclinada y exterior del cerro, lo que sugiere hacer un corto túnel de 10 metros para aperturar un acceso fácil a la gruta.

    Al extremo sur de la caverna están los precipicios cuyos contornos y fondo no se ven por la oscuridad que reina, pero se puede intuir su profundidad inmensa por la resonancia y duración de una piedra que se arroje. Acercarse al precipicio implica un grave riesgo para los visitantes.

    El Infiernillo es desde ya un importante atractivo turístico en Tacabamba, pero hace falta arreglar los caminos de acceso por La Tunas o por Ayaque, perforar una entrada que coincida con el piso de la gruta y disponer su cuidado para preservar su integridad, pues ya se han producido algunos atentados de insensatos que han roto fracciones de formaciones calcáreas para llevárselas de adorno a sus casas. Cuídese de no implantar cemento, rejas de hierro, vidrios u otros artificios. Pudiéndose usar piedras, cercos, maderos y plantación de árboles en los alrededores.

    Una estatuilla fluorescente de alguna virgen, entronizada en el fondo de este imponente altar natural, le daría un cariz místico y religioso que acrecentaría la fe y por consiguiente la concurrencia de feligreses y turistas. En este caso, se bautizaría a la gruta con un nombre apropiado: Del Perdón, De la Piedad, De la Caridad, etc; en todo caso siempre se cuidará de no desvirtuar su naturalidad y valor histórico.

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